lunes, 7 de mayo de 2018

Salida Educativa: recorrido por la ciudad. Límites naturales.



Entrevista a un Isleño


   A las 08:15 hs. estábamos listos esperando el transporte que nos llevaría a recorrer nuestra querida ciudad. Mochila puesta, hoja blanca, lápiz en mano y allá fuimos. A pocas cuadras de haber salido se sentía la ansiedad de llegar al momento del pic - nic. A cada rato se escuchaba “falta mucho para comer”, “me duele la panza seño”. Frases así, eran frecuentes.
   Mientras tanto, durante el recorrido, se hicieron observaciones, tomaron apuntes, se comentaba sobre las diferencias de la vida de antes con la actualidad; nombres de calles, construcciones abandonadas, fábricas que funcionan actualmente y edificios de servicios públicos o privados. Curiosidad, asombro, sonrisas se observaban en sus rostros.


   Llegó el final del paseo, la parte que mejor salió, el momento más emotivo que tuvimos. El pic- nic no lo fue, claro que no. Luego de haber compartido un rico momento, las maestras nos llevaron a mirar los ranchos que se veían frente al arroyo Yaguarón. Cruzamos la calle que nos separaba de la costa. Todos con las panzas llenas, algo intrigados por ver aquello que conocíamos pero que en verdad, nos faltaba observar bien. A lo lejos observamos un hombre sentado en su silla mirándonos con atención, como nosotros a él. Las docentes golpearon las manos para llamarlo, como lo hace cualquier vecino que llama al otro. 





El señor se levantó medio exaltado sin saber qué era lo que estas señoritas buscaban. Intercambiaron algunas palabras,pero no se escuchaban muy bien, así que el buen hombre decidió cruzarse. Nosotros sorprendidos por lo sucedido, ¿Quién se iba a imaginar de encontrar un habitante de la isla y encima que se cruzara para conversar? Solo a nosotros nos pasó esto. Subió a su canoa,tomó sus remos y con un fuerte envión salió desde su orilla para llegar a la costa vecina. Nos acercamos hacia él, todos sentados y a la espera de saber qué tenía para contar y escucharlo. Y así sucedió. La mejor experiencia contada con sus propias palabras. Un buen hombre llamado Emilio, nos envolvió en un mundo poco explorado. Una vida llena de soledad, peligrosa y a la vez irremplazable. con su voz baja, cálida y emotiva, comenzó a relatar que sus días comienzan muy temprano, apenas unas horas antes de la salida del Sol. Momentos de mucho trabajo y cansancio hasta que llega la noche; un momento en el que el frío y la soledad se hacen uno solo.




   Un ser tan agradable, sincero y buena gente que nos enseñó a valorar lo que tenemos. La posibilidad de poder estudiar y tener la base hacia un futuro mejor, que él no ha podido tener.
La despedida fue rápida, brusca pero llenos de emoción retornamos a la escuela.El transporte nos esperaba, pero ¡Cuántas ganas de seguir escuchándolo! Quizás algún día nos volveremos a encontrar por la costanera de nuestra queridísima ciudad.





ALUMNOS Y DOCENTES DE CUARTO AÑO 

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