Tiempo de
vacaciones, momento de disfrutar descansar y pasear…
Durante el receso
invernal hay múltiples propuestas que generan enormes expectativas. Las agendas
de los niños durante el año están colmadas de actividades, sus cuartos están
llenos de juguetes y pantallas…
¿No sería entonces
un buen momento de acompañarlos a conectarse con su mundo interior? Que
permanezcan largos ratos en paz, en intimidad con
ellos mismos atisbando universos con la imaginación, entrar en diálogo
con el asombro que el mundo le ofrece.
La naturaleza es un
alimento vital y primigenio para los niños. Deberíamos
fomentar una conexión íntima con la pequeña gran flora y fauna que los rodea,
aún en medio de la gran ciudad. Esta conexión les enseña sobre los ritmos del
planeta en el que viven y a su vez les da un sentido de pertenencia y
protección.
Habrá que darles a los niños
un menú de fuentes de asombro: cielos, nubes, lunas, estrellas, libros
de aventuras.
Así como es
enriquecedor que los niños reciban estímulos, el exceso puede atrofiar su
habilidad espontánea de jugar .En realidad para entretenerse un niño no
necesita más que un solo estímulo que es casi un súper poder: la
imaginación, que nutrida
por el asombro deviene en creatividad y en una visión más rica del mundo.
Hacer un comedero
de pájaros, brotar semillas y luego hacer comida con ellos, realizar un paseo
para la observación de especies en un espacio verde, recoger hojas para
atesorar en libros, confeccionar títeres insólitos con cualquier elemento del
hogar ensayando personajes o superhéroes con poderes especiales, construir y
remontar un barrilete, etc.
Los caminos son
muchos pero el destino es siempre el mismo: chicos curiosos, motivados y
seguros en la confianza de que el mundo que viene a su encuentro
por dentro es igual de vasto y maravilloso que el que lo espera afuera.
Felices vacaciones
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